Antecedentes
0.
Fue en la comunidad de las mujeres Gaudeamus donde tomó su forma actual este
deporte. Le bautizaron trimurti1
y consiste, grosso modo, en la unificación aparente de dos participantes. Una tercera queda a la expectativa e
identifica en silencio a quien va a aliarse, o sólo espera su turno realizando
ejercicios diseñados para perder peso, modelar músculos delgados y largos y dar
nueva forma a todo su cuerpo; o bien puede dedicarse exclusivamente a entonar
los cantos correspondientes. Todo ello en un radio no mayor a seis pasos fuera
de la zona de tensión.
Al menos dos de las contendientes deben ser
de regiones disímiles para que el juego se lleve a cabo. Ellas se sientan a la
mesa frente a frente. Cada una descansa su antebrazo derecho sobre la mesa
hacia su contrincante, formando un
ángulo recto hacia el techo.
Inmediatamente después de la correcta
posición de las contrincantes, a veces
antes, puede darse por iniciado el ejercicio. Ellas enlazan sus manos,
cuidando siempre de no volcar los alimentos que se hayan dispuesto sobre la
mesa, especialmente los chocolates.
Respirando de manera poderosa por la nariz,
tratan de vencer la mano contraria moviendo la propia hacia su centro o casa de virtud.
(Yendo, como van las tres, por ese
objetivo, es posible incluso un triunfo por partida triple.)
1.
Pese a que la trimurti comenzó de manera subterránea,
pronto se originaron rumores acerca de su existencia. Se hablaba en algunos
medios de “prácticas licenciosas”
y hasta de “la muerte definitiva de
la moral”, sin que se abordara directamente la cuestión de este deporte, si
bien hubo espacios para mostrar, con mesura y hasta benevolencia, todo tipo de
ejercicios concebidos para quemar calorías.
La propia energía del juego, rotunda, dictó
el rumbo hacia una suerte de exhibición más o menos pública, de tal manera que
las mujeres implicadas comenzaron a ejercer un poco descaradamente, como
impelidas ya por una compulsión.
Ante esta actitud impúdica sobrevino una
andanada de descalificaciones2. Luego vino el accidente de la
enfermera Rosa Fórceps, con su cauda de penosos trámites legales. La trimurti dejó
así de ser clandestina y se suspendió indefinidamente. Las Gaudeamus guardaron
silencio.
Ya ellas habían advertido, a fin de
cuentas, sobre los riesgos de una trimurti. Varios años después de su
interrupción, fueron encontrados los textos íntegros de las mujeres de esta
logia, gracias a los cuales el documento presente fue articulado. Lo siguiente
se lee en lo que parece ser un contrato: Las
Gaudeamus no se responsabilizan por lesiones ni pérdidas que tengan relación
con este programa de ejercicios. Bastan
dos granos de sal para adulterar el sabor de lo cotidiano y es ese par de
miserias el único galardón del snack. Debería consultarse a un médico antes de
empezar este deporte. Debajo, la firma de tres mujeres.
___________
1 Llamado también Snack, por designarse así la categoría que
adquiere aquella que no alcanza su casa
de virtud durante los ejercicios.
2 Asociaciones feministas, congregaciones religiosas y el Gremio
de Clowns se pronunciaron, con argumentos diversos según su procedencia, en
contra de las ceremonias consabidas.
Reglas, Sanciones y Canciones del Snack
1.1. Ascensión
Ninguna de las tres participantes se ha
visto antes, y es deseable que al término de la trimurti continúen así. Ninguna
tiene una relación amena con su nervio maternal. (Aquí hay una peculiaridad,
que permitirá la correcta ascensión de alianzas: dos de ellas poseen un nervio
maternal más largo, horizontal y doliente.)
1.2. Aflicción
Ambas llevan una muñeca portátil oculta entre
sus ropas, y es deseable que al término de la trimurti continúen así. La otra
es una cabrona, y recibirá eventualmente la categoría de snack. Todas llevan el alma con la
etiqueta de fuera.
1.3 Aperitivo
Debe ponerse la mesa minuciosamente. Se
sirve café, cerveza oscura, botanas dulces, chocolates, harinas y platillos
fuertes (éstos en cantidades discretas). Se puede colocar una flor al centro, a
condición de que su color sea más bien moreno. Así inició la primera (y última)
trimurti tal como la conocemos.
Muchas partidas de ésta se han jugado hasta hoy, sin que haya concluido (y cada
vez son más endebles las expectativas de su conclusión definitiva.)
Inmersas directamente en esa única trimurti se encuentran, hasta hoy,
tres mujeres. Que se sepa, dos de ellas han llegado a enlazar sus manos, pero
no hay constancia de disputa alguna.
Todo lo contrario. No hay constancias en este deporte.
En seguida ilustraremos comportamientos
típicos de las participantes. Algunos de los siguientes apartados, en cursivas,
son transcripciones de escritos Gaudeamus al respecto.
2. La aparición
Ardua
es la existencia cuando se vive con celadores.
Tiene
doce años. Le gusta recostarse en la cama matrimonial con el pantalón abierto a
leer las Vanidades de su mamá. Hablan de afeites. Hablan de amor y sexualidad,
esas cosas que placen y ensucian.
A veces
el cielo de verano se entinta de rojo y el claustro se rompe. A veces acompaña
al pintor al pueblo y desde el carro observa a los otros hombres. Ella, pequeña
Sabina, desea que alguno de ellos la elija.
Cándidamente
se pinta los labios para esa ocasión. Se mira en el espejo desde el ocio de su
encierro y se concentra en parecer bonita. Si alguien volteara a verla con
simpatía ella se le entregaría casi de inmediato. No se necesita mucho para
hacerle caer de su falsa ascensión. Porque, ante todo, no quiere ser esa virgen
de corredor.
A qué
edad va a concedérsele esa felicidad mediada, se pregunta. ¿No fue Dios un
hombre?
Repta.
Su sino comienza a configurarse bajo el doble símbolo de la serpiente.
Ávida
de brazos que la salven de sí misma.
3. Un estribillo Gaudeamus
À droit, à
gauche. À droit, à senestre. Droit. Gauche. (3 veces)
La cama que compartimos hoy será la mesa de
nuestra última cena. Tú a la derecha. Yo a la izquierda. Ella a la cabeza, como
si fuera de un pastel la maldita cereza.
4. Choque nocturno (Mantra, acetaminofén,
agua)
Pensándolo
bien, no fue el azar. Tal vez hay demiurgos que preparan, flemáticos, las
condiciones temporales, los escenarios. Luego, hay escenarios que nos dan el
trato de alfiles o peones y los movimientos se reducen. Asumo por tanto que él tenía que encontrarte
ahí y en miércoles, ya que esa noche la semana se divide en dos y su orgánica
separación tiene el aspecto de lo ineludible.
Resignación,
entonces.
Odio
eterno, sin embargo, a este destino travestido en ambigüedades.
Prisa
no tenía, pero me confió ciertos detalles del encuentro. El calor y la música
competían en lo terrible, al parecer. Hacía un rato que él no esperaba
ganancias, sin embargo hubo un emisario que le canjeó el cover por tu cercanía.
Ante ti, cara aparición frente a los pilares, dejó de importarle la indudable
inquietud de su mujer interna. Valía la pena llegar tarde y mal al trabajo un
día después si las utilidades eran, y así fue, la fragilidad de tu mirada y una
sonrisa como niña perforada por el metal de la lascivia.
Imbécil.
Él te dijo lo linda que te encontraba. Lo repitió al día siguiente como el
mantra que, junto a dos analgésicos y agua en abundancia, nació para aliviar su
dulce resaca. Y yo te lo escribo hoy, último, vano intento de no resignación
ante el no azar que lo llevó a conocerte.
Otros
hubieran callado. Otras hubieran peleado. Pero al final somos peones, a lo
mucho alfiles resignados o con una pasión recién injerta.
5. Hábitos y mujeres*
“El que cada mujer se encuentra a medio
camino entre su función y la absorción de una clasificación, convierte al
sistema femenino en homólogo del de los hábitos.
Quiero aclarar aquí que por el hábito resolvemos
lo que puede tener de angustioso la singularidad de los acontecimientos. De la
misma manera disponemos de las mujeres y las poseemos.
Una mujer interpone entre el devenir del
mundo y nosotros, los clowns, una pantalla discontinua,
clasificable, reversible, repetitiva a voluntad, un jirón de mundo que nos
pertenece, dócil a la mano y a la inteligencia, que nos sustrae de la angustia.
Injusto es que las Gaudeamus repulsen a la
mujer que se ha clasificado como mujer-snack.
Por una parte, la mujer-snack
es el más antiguo, el más pequeño, el más cercano y el más valioso de los
mecanismos inestables, talismán mecánico íntimo, objeto de una complicidad
cotidiana, de fascinación, de celos. Por otra parte nos ayuda a apropiarnos del
tiempo.
Olvidan que se ha convertido en un elemento
fundamental del clown civilizado. El tiempo ya no
está en el hogar, en el corazón palpitante de la esposa, sino que está siempre
en la mujer-snack, registrado con la misma satisfacción orgánica que la
regularidad de una víscera...” 3
____________
3 Discurso
presuntamente leído por Herschel Schmoeckel
Krustovski en una asamblea
6. Alprazolam
Sistema supresor de picos, que le llaman.
Se realiza en la trimurti de la siguiente forma:
Ojos que buscan, que se clavan en alguien
como si fuera un jirón de mundo que va a pertenecerle. Luego esos ojos se
evaden, con la alegría sinuosa del delincuente. (Hay un sinfín de posibilidades
para esa huida, alineadas en la pista a la espera de su turno. Cuando cualquiera
de estas posibilidades pasa al centro basta un compás para que su baile
evidencie la trampa que implica el sistema supresor de picos. Helo aquí: hubo
escape, sí; mas no hubo alegría sinuosa, pues no logró aquella mirada la
certeza de otros ojos.) Sucede que de no realizarse la evasión la mirada tiende
a ser recíproca. Aprehende y tiende la propia trampa a un tiempo, apuntando al
insensato que pretende llevarse un botín. Dado lo anterior, muchos prefieren no
usar esa arma blanca, ese crimen con su castigo anticipado. Ellos, los usuarios
del alprazolam, creen que la vida es mejor sin cumbres ni valles. No es una
decisión imprudente. Es la bendita mediocridad que guía los pasos hacia la
derechura, para un baile sin aquel salirse del pecho el corazón.
7. Fall is here
Podría pensarse, por lo dicho hasta aquí,
que las participantes han llegado a la trimurti impelidas por un aliento ajeno,
superior a sus fuerzas; y que permanecen en él debido a coerciones de la misma
índole. Nada más falso.
En el verano que siguió al accidente de la
enfermera, una de las mujeres decidió retirarse del juego por considerar
injusta la contienda. Su regreso oficial ocurrió durante el otoño, un par de
años después.
Nadie desconoce que durante esa aparente
tregua se llevaron a cabo varias partidas, infructuosas por lo demás.
Antes de continuar, haremos una acotación
acerca del escándalo que originó dicha tregua.
8. El caso de la Enfermera Fórceps**
De los casos que ha tenido que lamentar la
historia de la trimurti, es el de la Enfermera Fórceps el más oscuro. Se
desconocía hasta entonces el matiz soteriológico del juego.
Eran veintisiete heridas de
muerte, y por la cantidad y la sevicia se notaba que habían sido asestadas con
los fórceps de un amor sin sosiego, y que la enfermera las había recibido sin
gritar, consciente de que era el precio inexorable de su verano feliz.
9. Ménade
Demasiados
pliegues me impiden pronunciar el apetito que disimula un cigarro compartido. Y
derramo entre dos sábanas una homilía de intimidades, para que hiberne en el
pudor balbuciente de medianoche.
Es que
en tu orilla las letras se me escapan hacia dentro. Si abro mis labios es para
que puedas ir tú tras ellas.
Silencio
sin madrugada. Sin exigencia, fuera de aquella que impone lo perecedero. Tócame
como si mi cabello fuera una pregunta. Soy yo el obstáculo que te separa de la
verdad un instante.
Coge
este gusto por la mediocridad.
Este
perro enfermo, esta compulsión semidesnuda por las calamidades.
No permanezcas.
Sólo
no permanezcas. Quedarse es la trampa que tiende un dios ebrio de arengas.
Olvida
mi afónico cuerpo en la medida que avance el sol, esa máquina de sequías.
10. Eso que me nutre y me mata
11. Neuma
Alguna de las tres participantes tendrá que
descubrir la farsa. Cuenta para ello con su muñeca portátil. No se conocen aún.
No son aliadas aún. No son enemigas, fuera de la tibia seducción que emana de los
alimentos dispuestos sobre la mesa. Alguna tendrá que librarse de ellos, a
través de la risa, de una náusea. Ella, la que tiene vómito en los lentes. Se
quejan sus ojos encarnados: Oh, natal puta: a tu plátano. Acidez flor
peste que se deposita en este altar como flecha perdida. Antes de abrazar
el ineludible castigo, realiza una genuflexión. Clava sus rodillas en el horizonte
de mosaico. Cada célula se hinca, niñas de templo en mayo, labios súplicas
sépticas. Abre la boca larga y el dedo. Expulsa un plasma gris. Todo es gris,
gris, tres veces y tan invierno. Tan pueril, tan papá al suelo y ella
intentando amar en reversa.
12. Índice de
canciones Snack
- "Sirena con patas" - Liliana Felipe
- "No soy así" - María Daniela y su Sonido Lasser
- "Amiga mía" - Jeanette
- "Candy land" - Cocorosie
- "Knives out" - Radiohead
13. La culpa
Hemos hecho hasta aquí una revisión de los
principales criterios que modulan el mundo de la trimurti, o más correctamente,
el mundo snack.
El espíritu snack es, no obstante,
mecanismo misterioso por naturaleza (si bien no del todo impenetrable.) La
exposición de sus reglas, canciones y sanciones desentraña sólo su complexión y
temperamento.
La génesis y consecuencias de este deporte,
por ejemplo, se ubican fuera de nuestras posibilidades retinianas.
Algunos creemos que es mejor así.
De lo demás, podemos concluir que la culpa
fue de una compulsión.
O fue
el no azar, disfrazado de clown y de ambigüedades.