la culpa

la culpa

julio 22, 2010

S.N.A.C.K.

Antecedentes


0.
Fue en la comunidad de las mujeres Gaudeamus donde tomó su forma actual este deporte. Le bautizaron trimurti1 y consiste, grosso modo, en la unificación aparente de dos participantes. Una tercera queda a la expectativa e identifica en silencio a quien va a aliarse, o sólo espera su turno realizando ejercicios diseñados para perder peso, modelar músculos delgados y largos y dar nueva forma a todo su cuerpo; o bien puede dedicarse exclusivamente a entonar los cantos correspondientes. Todo ello en un radio no mayor a seis pasos fuera de la zona de tensión.
Al menos dos de las contendientes deben ser de regiones disímiles para que el juego se lleve a cabo. Ellas se sientan a la mesa frente a frente. Cada una descansa su antebrazo derecho sobre la mesa hacia su contrincante, formando un ángulo recto hacia el techo.
Inmediatamente después de la correcta posición de las contrincantes, a veces antes, puede darse por iniciado el ejercicio. Ellas enlazan sus manos, cuidando siempre de no volcar los alimentos que se hayan dispuesto sobre la mesa, especialmente los chocolates.
Respirando de manera poderosa por la nariz, tratan de vencer la mano contraria moviendo la propia hacia su centro o casa de virtud.
(Yendo, como van las tres, por ese objetivo, es posible incluso un triunfo por partida triple.)

1.
Pese a que la trimurti comenzó de manera subterránea, pronto se originaron rumores acerca de su existencia. Se hablaba en algunos medios de “prácticas licenciosas” y hasta de “la muerte definitiva de la moral”, sin que se abordara directamente la cuestión de este deporte, si bien hubo espacios para mostrar, con mesura y hasta benevolencia, todo tipo de ejercicios concebidos para quemar calorías.
La propia energía del juego, rotunda, dictó el rumbo hacia una suerte de exhibición más o menos pública, de tal manera que las mujeres implicadas comenzaron a ejercer un poco descaradamente, como impelidas ya por una compulsión.
Ante esta actitud impúdica sobrevino una andanada de descalificaciones2. Luego vino el accidente de la enfermera Rosa Fórceps, con su cauda de penosos trámites legales. La trimurti dejó así de ser clandestina y se suspendió indefinidamente. Las Gaudeamus guardaron silencio.
Ya ellas habían advertido, a fin de cuentas, sobre los riesgos de una trimurti. Varios años después de su interrupción, fueron encontrados los textos íntegros de las mujeres de esta logia, gracias a los cuales el documento presente fue articulado. Lo siguiente se lee en lo que parece ser un contrato: Las Gaudeamus ­­no se responsabilizan por lesiones ni pérdidas que tengan relación con este programa de ejercicios. Bastan dos granos de sal para adulterar el sabor de lo cotidiano y es ese par de miserias el único galardón del snack. Debería consultarse a un médico antes de empezar este deporte. Debajo, la firma de tres mujeres.
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1 Llamado también Snack, por designarse así la categoría que adquiere aquella  que no alcanza su casa de virtud durante los ejercicios.
2 Asociaciones feministas, congregaciones religiosas y el Gremio de Clowns se pronunciaron, con argumentos diversos según su procedencia, en contra de las ceremonias consabidas.

Reglas, Sanciones y Canciones del Snack

1.1. Ascensión
Ninguna de las tres participantes se ha visto antes, y es deseable que al término de la trimurti continúen así. Ninguna tiene una relación amena con su nervio maternal. (Aquí hay una peculiaridad, que permitirá la correcta ascensión de alianzas: dos de ellas poseen un nervio maternal más largo, horizontal y doliente.)

1.2. Aflicción
Ambas llevan una muñeca portátil oculta entre sus ropas, y es deseable que al término de la trimurti continúen así. La otra es una cabrona, y recibirá eventualmente la categoría de snack. Todas llevan el alma con la etiqueta de fuera.

1.3 Aperitivo
Debe ponerse la mesa minuciosamente. Se sirve café, cerveza oscura, botanas dulces, chocolates, harinas y platillos fuertes (éstos en cantidades discretas). Se puede colocar una flor al centro, a condición de que su color sea más bien moreno. Así inició la primera (y última) trimurti tal como la conocemos. Muchas partidas de ésta se han jugado hasta hoy, sin que haya concluido (y cada vez son más endebles las expectativas de su conclusión definitiva.)
Inmersas directamente en esa única trimurti se encuentran, hasta hoy, tres mujeres. Que se sepa, dos de ellas han llegado a enlazar sus manos, pero no hay constancia de disputa alguna. Todo lo contrario. No hay constancias en este deporte.
En seguida ilustraremos comportamientos típicos de las participantes. Algunos de los siguientes apartados, en cursivas, son transcripciones de escritos Gaudeamus al respecto.

2. La aparición
Ardua es la existencia cuando se vive con celadores.
Tiene doce años. Le gusta recostarse en la cama matrimonial con el pantalón abierto a leer las Vanidades de su mamá. Hablan de afeites. Hablan de amor y sexualidad, esas cosas que placen y ensucian.
A veces el cielo de verano se entinta de rojo y el claustro se rompe. A veces acompaña al pintor al pueblo y desde el carro observa a los otros hombres. Ella, pequeña Sabina, desea que alguno de ellos la elija.
Cándidamente se pinta los labios para esa ocasión. Se mira en el espejo desde el ocio de su encierro y se concentra en parecer bonita. Si alguien volteara a verla con simpatía ella se le entregaría casi de inmediato. No se necesita mucho para hacerle caer de su falsa ascensión. Porque, ante todo, no quiere ser esa virgen de corredor.
A qué edad va a concedérsele esa felicidad mediada, se pregunta. ¿No fue Dios un hombre?
Repta. Su sino comienza a configurarse bajo el doble símbolo de la serpiente.
Ávida de brazos que la salven de sí misma.

3. Un estribillo Gaudeamus
À droit, à gauche. À droit, à senestre. Droit. Gauche. (3 veces)
La cama que compartimos hoy será la mesa de nuestra última cena. Tú a la derecha. Yo a la izquierda. Ella a la cabeza, como si fuera de un pastel la maldita cereza.


4. Choque nocturno (Mantra, acetaminofén, agua)
Pensándolo bien, no fue el azar. Tal vez hay demiurgos que preparan, flemáticos, las condiciones temporales, los escenarios. Luego, hay escenarios que nos dan el trato de alfiles o peones y los movimientos se reducen. Asumo por tanto que él tenía que encontrarte ahí y en miércoles, ya que esa noche la semana se divide en dos y su orgánica separación tiene el aspecto de lo ineludible.
Resignación, entonces.
Odio eterno, sin embargo, a este destino travestido en ambigüedades.
Prisa no tenía, pero me confió ciertos detalles del encuentro. El calor y la música competían en lo terrible, al parecer. Hacía un rato que él no esperaba ganancias, sin embargo hubo un emisario que le canjeó el cover por tu cercanía. Ante ti, cara aparición frente a los pilares, dejó de importarle la indudable inquietud de su mujer interna. Valía la pena llegar tarde y mal al trabajo un día después si las utilidades eran, y así fue, la fragilidad de tu mirada y una sonrisa como niña perforada por el metal de la lascivia.
Imbécil. Él te dijo lo linda que te encontraba. Lo repitió al día siguiente como el mantra que, junto a dos analgésicos y agua en abundancia, nació para aliviar su dulce resaca. Y yo te lo escribo hoy, último, vano intento de no resignación ante el no azar que lo llevó a conocerte.
Otros hubieran callado. Otras hubieran peleado. Pero al final somos peones, a lo mucho alfiles resignados o con una pasión recién injerta.

5. Hábitos y mujeres*
“El que cada mujer se encuentra a medio camino entre su función y la absorción de una clasificación, convierte al sistema femenino en homólogo del de los hábitos.
Quiero aclarar aquí que por el hábito resolvemos lo que puede tener de angustioso la singularidad de los acontecimientos. De la misma manera disponemos de las mujeres y las poseemos.
Una mujer interpone entre el devenir del mundo y nosotros, los clowns, una pantalla discontinua, clasificable, reversible, repetitiva a voluntad, un jirón de mundo que nos pertenece, dócil a la mano y a la inteligencia, que nos sustrae de la angustia.
Injusto es que las Gaudeamus repulsen a la mujer que se ha clasificado como mujer-snack.
Por una parte, la mujer-snack es el más antiguo, el más pequeño, el más cercano y el más valioso de los mecanismos inestables, talismán mecánico íntimo, objeto de una complicidad cotidiana, de fascinación, de celos. Por otra parte nos ayuda a apropiarnos del tiempo.
Olvidan que se ha convertido en un elemento fundamental del clown civilizado. El tiempo ya no está en el hogar, en el corazón palpitante de la esposa, sino que está siempre en la mujer-snack, registrado con la misma satisfacción orgánica que la regularidad de una víscera...” 3

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3 Discurso presuntamente leído por Herschel Schmoeckel Krustovski en una asamblea



6. Alprazolam
Sistema supresor de picos, que le llaman. Se realiza en la trimurti de la siguiente forma:
Ojos que buscan, que se clavan en alguien como si fuera un jirón de mundo que va a pertenecerle. Luego esos ojos se evaden, con la alegría sinuosa del delincuente. (Hay un sinfín de posibilidades para esa huida, alineadas en la pista a la espera de su turno. Cuando cualquiera de estas posibilidades pasa al centro basta un compás para que su baile evidencie la trampa que implica el sistema supresor de picos. Helo aquí: hubo escape, sí; mas no hubo alegría sinuosa, pues no logró aquella mirada la certeza de otros ojos.) Sucede que de no realizarse la evasión la mirada tiende a ser recíproca. Aprehende y tiende la propia trampa a un tiempo, apuntando al insensato que pretende llevarse un botín. Dado lo anterior, muchos prefieren no usar esa arma blanca, ese crimen con su castigo anticipado. Ellos, los usuarios del alprazolam, creen que la vida es mejor sin cumbres ni valles. No es una decisión imprudente. Es la bendita mediocridad que guía los pasos hacia la derechura, para un baile sin aquel salirse del pecho el corazón.

7. Fall is here
Podría pensarse, por lo dicho hasta aquí, que las participantes han llegado a la trimurti impelidas por un aliento ajeno, superior a sus fuerzas; y que permanecen en él debido a coerciones de la misma índole. Nada más falso.
En el verano que siguió al accidente de la enfermera, una de las mujeres decidió retirarse del juego por considerar injusta la contienda. Su regreso oficial ocurrió durante el otoño, un par de años después.
Nadie desconoce que durante esa aparente tregua se llevaron a cabo varias partidas, infructuosas por lo demás.
Antes de continuar, haremos una acotación acerca del escándalo que originó dicha tregua.

8. El caso de la Enfermera Fórceps**
De los casos que ha tenido que lamentar la historia de la trimurti, es el de la Enfermera Fórceps el más oscuro. Se desconocía hasta entonces el matiz soteriológico del juego.
Eran veintisiete heridas de muerte, y por la cantidad y la sevicia se notaba que habían sido asestadas con los fórceps de un amor sin sosiego, y que la enfermera las había recibido sin gritar, consciente de que era el precio inexorable de su verano feliz.

9. Ménade
Demasiados pliegues me impiden pronunciar el apetito que disimula un cigarro compartido. Y derramo entre dos sábanas una homilía de intimidades, para que hiberne en el pudor balbuciente de medianoche.
Es que en tu orilla las letras se me escapan hacia dentro. Si abro mis labios es para que puedas ir tú tras ellas.
Silencio sin madrugada. Sin exigencia, fuera de aquella que impone lo perecedero. Tócame como si mi cabello fuera una pregunta. Soy yo el obstáculo que te separa de la verdad un instante.
Coge este gusto por la mediocridad.
Este perro enfermo, esta compulsión semidesnuda por las calamidades.
No permanezcas.
Sólo no permanezcas. Quedarse es la trampa que tiende un dios ebrio de arengas.
Olvida mi afónico cuerpo en la medida que avance el sol, esa máquina de sequías.

10. Eso que me nutre y me mata


11. Neuma
Alguna de las tres participantes tendrá que descubrir la farsa. Cuenta para ello con su muñeca portátil. No se conocen aún. No son aliadas aún. No son enemigas, fuera de la tibia seducción que emana de los alimentos dispuestos sobre la mesa. Alguna tendrá que librarse de ellos, a través de la risa, de una náusea. Ella, la que tiene vómito en los lentes. Se quejan sus ojos encarnados: Oh, natal puta: a tu plátano. Acidez flor peste que se deposita en este altar como flecha perdida. Antes de abrazar el ineludible castigo, realiza una genuflexión. Clava sus rodillas en el horizonte de mosaico. Cada célula se hinca, niñas de templo en mayo, labios súplicas sépticas. Abre la boca larga y el dedo. Expulsa un plasma gris. Todo es gris, gris, tres veces y tan invierno. Tan pueril, tan papá al suelo y ella intentando amar en reversa.

12. Índice de canciones Snack
  •    "Sirena con patas" - Liliana Felipe
  •    "No soy así" - María Daniela y su Sonido Lasser
  •    "Amiga mía" - Jeanette
  •    "Candy land" - Cocorosie
  •    "Knives out" - Radiohead


13. La culpa
Hemos hecho hasta aquí una revisión de los principales criterios que modulan el mundo de la trimurti, o más correctamente, el mundo snack.
El espíritu snack es, no obstante, mecanismo misterioso por naturaleza (si bien no del todo impenetrable.) La exposición de sus reglas, canciones y sanciones desentraña sólo su complexión y temperamento.
La génesis y consecuencias de este deporte, por ejemplo, se ubican fuera de nuestras posibilidades retinianas.
Algunos creemos que es mejor así.
De lo demás, podemos concluir que la culpa fue de una compulsión.
O fue el no azar, disfrazado de clown y de ambigüedades.